jueves, 1 de octubre de 2009

despido justificado



La distancia me engaña. Me disfraza la realidad, me suspende sobre ella y ya no sé donde estoy parada. Esa distancia me hizo pensar que yo era mejor. Me sentía a salvo. A diferencia de toda esta gente que parece salida de un mal anuncio antidrogas, yo tenía un trabajo, una dirección, podía disolverme en el complaciente mundo de los sobrios. Estaba lejos de ellos; sólo visitando.
Ya no siento esa distancia. Estoy en la misma fiesta que ellos, soy uno de ellos. Tuve que pensar dos veces antes de rechazar la propuesta sexual cargada de LSD que me hizo la chica del cabello corto. No pensé ni una vez al abrir una de las cervezas que nos hemos robado del supermercado. El repugnante tipo encorvado y yo nos estamos riendo del mismo chiste. ¿Soy de alguna manera mejor que él?... porque mi vida se siente más inerte que sus pupilas.
Estoy junto a ellos y ya no sé que es lo que distingue de ellos. ¿Estoy lista para acabar con esa distancia? Lanzarme al vacío aunque me duela el golpe. De todos modos ya estoy ahí.

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