domingo, 25 de octubre de 2009

100



Tócame, tócame, tócame. Su invitación se convirtió en mandato. La toqué, la olí. Me sedujo el discurso memorizado y me encantó su belleza incomprendida.
Acércate a mí, abrázame, me dijo. La mordí de la manera que tengo reservada para quienes perturban mi cómoda soledad. Todo mi cuerpo la buscó en un solo gesto, con un movimiento que iniciaba en mi cadera y terminaba detrás de mi nuca arqueada.
Quise que me consolara. Pero para consolarme es necesario entenderme y para entender a quien no sabe comunicarse es necesario ser esa persona. Así que quise ser ella y que ella fuera yo.
Entonces fui ella. Esta vez fui yo quien lo ordenó, y ella me dejó entrar. Me dijo qué hacer, qué sentir, me dijo qué pensar para ser ella. Y nunca he sido más yo misma que cuando fui ella. Fui ella mucho tiempo, aunque hayan parecido minutos. Y cuando fui ella me sentí libre de las consecuencias de mis actos, que no eran míos. Cuando nos separamos, volví a ser yo.
Inquieta, descubrí que ese abandono de mí es un acto absoluto, cuyas causa y consecuencia son sí mismo. Piadosamente, ella sigue siendo yo, hasta que le ordene que se vaya.

viernes, 23 de octubre de 2009

Hola señor doctor



Todos son el mismo. Parece que no se mueven en todo el día pero de noche puedo verlos tomándose de las manos en lo alto, uniendo sus cabellos hasta que ya no puede saberse cuál es cuál. No sé qué es lo que se dicen entre ellos, debe ser algo sobre mí porque me están viendo todo el tiempo. Me da miedo que no se qué es lo que quieren, no se qué es lo que esperan que no se han ido.
Él se ríe de mí. Me lleva y me acerca con ellos, obligándome a tocarlos. Cree que así entenderé que están inmóviles y no me hacen daño. El que no entiende es él. Cree que mi llanto es un capricho pueril. Pero mi llanto es de desesperación… lleno de angustia frente a la sospecha de que él está de su lado. O por lo menos, de que no está de mi lado.
Para terminar esta tortura de una vez, extiendo la mano y contengo mis lágrimas y endurezco mi respiración. Él cree que me ha convencido de confiar en ellos y se ríe de lo tonta que he sido. Jamás le perdonaré que, sin entenderlos, me obligue a confrontar mis temores. No importa, él no se da por enterado y -aunque todavía no lo sé- lo seguirá haciendo durante toda mi vida. Y durante toda mi vida yo seguiré siendo incapaz de explicarle lo que siento. Esta barrera siempre existirá entre nosotros.
Al final, contarle mis temores y que me obligue a enfrentarlos se convertirá en mi mayor temor.

viernes, 16 de octubre de 2009

Ataraxia



Cada vez paso más tiempo sola y noto que me es más difícil relacionarme hacia afuera. No tengo espontaneidad en las relaciones humanas y eso perturba a los otros: cuando titubeo, cuando no reacciono cálidamente, cuando soy agresiva y poco sutil. Y pasando tanto tiempo de esta forma tan egoísta, dialogando conmigo misma, mis pensamientos se vuelven cada vez más quietos, menos contaminados de aquellos estímulos que son las otras personas. Tal vez un poco más planos, más lacios, sí… pero eso es solamente porque están creciendo en una sola dirección: variada como sea, pero siempre en mi dirección. La planitud podrá ser indicio de plenitud, de un equilibrio que de ninguna manera está completo, pero sí en una calma temporal que exige ser disfrutada.
En medio de esa calma, se acerca agitada la otra. Y me advierte que este sosiego es una trampa, es apariencia. Que estos diálogos interminables son un grito de auxilio, el síntoma de una crisis que hay que reparar en las raíces. Intenta convencerme de lo que hay que hacer, yo no entiendo lo que dice. Egoísta también, se preocupa por sí misma, pues sólo puede salvarse a través de mí, que no soy nada más que un recipiente vacío donde coexisten tantas otras a manera de perpetuos obstáculos mutuos.

El juicio es un amargo privilegio. Ya no quiero escuchar a ninguna.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Corazonless

Soy un robot superfluo, pero el otro día rebase todos los limites de la cursilería y dije esto:




Aún espero autorización para que esta persona me permita contar la historia completa, que, hasta ahora, ha sido totalmente virtual.

lunes, 5 de octubre de 2009

¿Ya a descansar?




Jericó en una bandera agitada efusivamente. Jericó pitado por una caravana automovilística. Jericó en espectaculares, posters, programas de televisión, periódicos y Youtube. Su nombre en la estampa colocada en un vidrio de este taxi que me lleva ya muy tarde a mi casa.

¿Qué sé de Jericó?: Está casado y tiene hijos, mide 1.91 mts, es católico, del signo libra; lo cual, según sus palabras, lo hace "muy honesto y transparente"; confiesa que su mayor defecto es ser demasiado transparente y su mayor virtud, ajá, es ser totalmente transparente. Jericristo quiere ser presidente municipal. Por cierto, tenemos la misma edad.

De su contrincante, sólo sé que se ha fusilado frases y el logo de la campaña de Barack Obama. Nadie espera un conflicto internacional por esto.

Le pregunto al taxista ¿vas a votar por Jericó? No sé, me responde. Le hago otra pregunta: ¿Conoces una tiendita por acá cerca? Claro, te llevo. Siento como que revivo.

La primer vez que me quedé seco de fiesta, hablé a la central de radiotaxis (Por cierto este servicio nació aquí, hace más de 30 años) y le dije a la señorita: ¿Me envía un taxista... buena onda?

Contraté para mis viajes rutinarios a José Luiso. El primer día llegó 20 minutos tarde por mi. Una ofensa mayor para una persona cuya única cualidad consiste en la de ser puntual para las citas. Parecía que nuestra relación llevado-llevador no iba a celebrar un homenaje a la trayectoria.

Después de ese día, poco a poco, me fue cayendo bien: me despertaba de la congoja mañanera con reggeatón y siempre estaba contento. Cuando le agarré confianza, empecé a pedirle que me llevara a comer las cosas más extrañas de Saltillo. Así probé chicharrones genéricos (tripas de res fritas), chicharrón de ubre, cachete frito y cabeza de cabrito. 

Una noche de fiesta se acabaron las cervezas. Preguntaron si alguien conocía un clandestino (Acá se deja de vender cerveza a las 10:30 pm). Pus, chicle y pega:

¿José Luis? Dígame, patrón. ¿Conoces un clandestino? Claro. 11 sixes, por favor. ¿A dónde las llevo patrón? ...¿José? ¿Dígame? ¿Me puedes traer... otras cosas?

Siempre lo invitaba a que pasara a echarse una chela. Siempre se negaba.

Me dijo que vivía con su exesposa y su hija. Me vio a los ojos para decirme que su ex aún le tenía ganas; más desde que ella un día le abrió la puerta del baño y lo encontró "tallándose la verga".

Relatome que había una chava que lo buscaba cada rato, la cual le proponía comprar un poco de soda, unas cheves y pistear y cojer toda la noche. Se sentía orgulloso por esquivado dos veces esas blancas y rojas y negras intensiones. En lugar de eso, me confiaba, iba a la zona de los putitos, quienes les ofrecían liberarlo de su/lechita/y/a/dormir a cambio de llevarlos sanos y salvos (y cenados) a sus casas.

Un día me pidió que le adelantara algo, un doscientón; que le había salido un negocio. Le di el billete y le dije: me voy a DF, te hablo el lunes. El lunes no contestó. Ni el martes, ni el resto de la semana. A las dos semanas su hija me contactó para pedirme un dinero que aún le debía a su papá por los viajes. ¿Pus qué le pasó?

A la tercer semana volví a verlo. Pasó por mi al trabajo. Lo invité a comer. Los tacos de carnitas le sacaron la verdad: había empeñado su taxi, dinero con el cual se encerró en el hotel 2 semanas con esta mujer bendita/maldita, un camión de cheve y el peso del dolor de su mirada en crack. 

Fue mi chofer una semana más, luego desapareció de nuevo. Ahora, ni su familia lo encuentra.

Hay varias teorías. Una, que se unió a ciertos reggeatoneros que ahora se llaman JL, W y Yandel. Otra, que se unió al circo Richie, que estaba frente al Soriana "Morillo" y que recién levantó sus carpas. Su familia apuesta a que se regresó a Reynosa, donde su amigo el gringo demostraba por qué era considerado el mejor cocinero de coca del mundo. Yo creo que sólo tomó su taxi, apagó el taxímetro y se hizo tragar por el desierto.

El que José ya no sea mi conductor ha tenido un lado bueno: He conocido varios taxistas, como Víctor Corona, tuerto, cuyo lema de vida mientras caminaba por su colonia era: "Tres pasos atrás, siempre vivirás." O Jorge, que asegura, fue violado por unas roomates lesbianas mientras él se bañaba. Qué decir de "El Reygadas", que me contó que había vivido exactamente la misma historia que sucede en la palícula Japón, y que, cuando se lo hice saber, muy casualmente dejó de contarme su última hazaña de vida. 


jueves, 1 de octubre de 2009

Bosquejo



Hoy conocí al maestro del universo. Me preguntó por ti… qué adecuado, porque llevaba un reloj Fendi y olía a cerveza. Hubo muchas cosas que no le supe decir. No supe decirle, por ejemplo, que no estás nada bien. O que ya para nadie es un secreto que vendes tu cuerpo. No le dije que tienes un problema con tu físico, no porque no lo aceptes sino porque te gusta demasiado. Tampoco le platiqué como fue que casualmente un día tu mentor se convirtió en tu cliente, ni cómo te caías de la vergüenza cuando abriste la puerta y descubriste que era él, justo antes de que se te llenara el pecho de aire caliente y tus ojos de lágrimas y le pidieras que te abrazara fuerte como aquella vez que probaste el G por primera vez y te sostuvo junto a la taza de baño hasta que te calmaste al día siguiente.
No le dije nada de eso, ni de los falsos ánimos que te das a ti mismo, que nos platicas como para quitarles lo falso, diciéndote que puedes cambiar cuando no quieres hacerlo ni has querido hacerlo nunca.
¿Para qué se lo decía? Él ya sabía que mentí, pero no me dijo nada. Sólo me dio una palmadita en el muslo, me dijo cortésmente que había sido un gusto conocerme y que lo disculpara, pero estaba borracho y tenía un taxi que tomar.

despido justificado



La distancia me engaña. Me disfraza la realidad, me suspende sobre ella y ya no sé donde estoy parada. Esa distancia me hizo pensar que yo era mejor. Me sentía a salvo. A diferencia de toda esta gente que parece salida de un mal anuncio antidrogas, yo tenía un trabajo, una dirección, podía disolverme en el complaciente mundo de los sobrios. Estaba lejos de ellos; sólo visitando.
Ya no siento esa distancia. Estoy en la misma fiesta que ellos, soy uno de ellos. Tuve que pensar dos veces antes de rechazar la propuesta sexual cargada de LSD que me hizo la chica del cabello corto. No pensé ni una vez al abrir una de las cervezas que nos hemos robado del supermercado. El repugnante tipo encorvado y yo nos estamos riendo del mismo chiste. ¿Soy de alguna manera mejor que él?... porque mi vida se siente más inerte que sus pupilas.
Estoy junto a ellos y ya no sé que es lo que distingue de ellos. ¿Estoy lista para acabar con esa distancia? Lanzarme al vacío aunque me duela el golpe. De todos modos ya estoy ahí.