domingo, 8 de noviembre de 2009

agosto





hace un tiempo se sintió mal, tronó. él, que no nació más que para calmar inseguridades se sintió flaquear súbitamente. giró sobre sí mismo, rítimicamente para pasar desapercibido, y rápidamente para no sentir desprotegida la espalda ni un momento. entrecerró los ojos en un esfuerzo instintivo por enfocar mejor, pero no hacía diferencia. también probó parándose de puntillas, lo que mejoró ridículamente poco su campo de visión... y aunque mejorara, no estaba seguro de lo que esperaba ver. de todas maneras sabe que no lo reconoció.
todo era hostil. azulado, movedizo. el territorio que horas antes había sido su campo de juegos lo bombardeaba de trampas. parecía una conspiración de todos esos demonios, no para dañarlo, porque nadie podía hacerle más daño del que él podía regresar, más bien para decirle de una vez por todas que se largara, que no era bienvenido, que éste no es su mundo y jamás lo sería. si te funciona pensar que nosotros estamos mal y por eso no quieres estar aquí, adelante, no importa mientras no vuelvas a aparecerte, le gritaban con otras palabras, le ordenaban con gestos que a simple vista hubieran dicho cualquier otra cosa.
para no sentirse rendido, se plantó y miró al horizonte indefinido unos minutos, conservando el ritmo. de nada le servía fingir que nadie lo había visto, pero le resultaba más llevadero de ese modo. quiso llorar. las ganas de no ser descubierto eran fuertes pero no lo detuvieron, al contrario, lo volvían más vulnerable a las ganas de gimotear y sollozar con la boca muy abierta y los cachetes húmedos pero sin ruido, que no hace falta cuando se llora con tanta impotencia. logró escaparse a una esquina donde no lo vieran tan fácilmente. una vez allí no lloró. en su refugio, notó que ya no se sentía entre enemigos. claro, tampoco entre amigos. estaba vacío, estaba como dentro de sí mismo, donde reina la impasibilidad y urge la conmoción, algún antagonismo que ayude a definir. nuevamente huyó. antes se sentió intimidado, ahora se siente aterrorizado.
se da cuenta que necesita el conflicto. si ya no puede aspirar al bienestar, al menos quiere el malestar para escaparlo. regresa a donde estuvo antes pero no encuentra a quienes quisieron perjudicarlo. fugazmente cree reconocer a alguno pero ahora ni se fijan en él. razona que si se comporta distraído, volverán a atarcarlo. así que se mezcla con el resto, se vuelve azulado y movedizo también. sin darse cuenta, pronto se vuelve para otros lo que antes fueron para él. cuando toma conciencia de lo sucedido, se odia a sí mismo por bajar la guardia. el enojo se disipa cuando siente satisfecha su urgencia por el antagonismo. aunque agitado, ha regresado al conflicto que quería. es inteligente, puede convencerse de cualquier cosa aunque en concepto sea perjudicial.
se agradece a sí mismo y se prepara para disfrutarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario